Hace poco me tocó ir al Rawson y volví a experimentar esa percepción multisensorial que invade a cada persona que visita esos espacios.
Ingresando por cualquiera de sus dos entradas, su aspecto es desolador.
La entrada a la que llamaremos A, en la esquina de Carrillo y Amancio Alcorta es una pasarela de mas de 100 metros con tapias temporales de madera terciada venida a menos. Al costado izquierdo se ven jardines que alguna vez fueron consuelo para internados, ahora solo dan aspecto de baldio y a olor a gato.
La entrada en consecuencia B, se halla en la esquina de Perdriel y Amancio Alcorta. Por alli la entrada al servicio de reconocimientos médicos es mas cercana. Eso si, hay que subir una barranca o una escalera con mas de 20 escalones.
La recepción: Una puerta que se abre sola con el viento y que cierran cuando esta la sala sobresaturada de gente. Un guardia de seguridad a veces da números.
Mesa de entradas: Los administrativos, detras de una ventanilla recibien los emos. Hay una cola de gente que se trasnforma en un espiral humano, sin sillas, sin ventilación.
(Y no me atrevo a visitar el baño)
La mesa de entradas para licencias especiales esta al fondo del segundo pasillo, la gente con muletas, silla de ruedas y acompañantes debe hacer la cola en un estrecho pasillo que además es lugar de circulación. Cabe destacar que aquí tampoco hay sillas.
La sala de espera: Una vez que te reciben el memo, estacionas en la sala de espera. Hay sillas pero llegando a las 10 de la mañana las capacidades estan agotadas.
Ventanas que no cierran o que no abren, vidrios rotos, falta de básico aspecto pulcro de hospital.
Consultorios: Escritorio con un médico. Ellos se traen las estufas en invierno porque si no se congelan. No cuentan con las comodidades básicas para trabajar dignamente.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
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